La esencia maragata, condenada a la desaparición (II)
Los molinos de viento e hidráulicos serán los protagonistas de esta segunda entrega que versará sobre dos molinos especiales que presentan un estado de abandono y de otros que han salido del olvido gracias al interés de personas o instituciones que los han rescatado con una restauración.
![[Img #46261]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/09_2019/9766_img_5787.jpg)
Los molinos de la antigüedad eran aquellas edificaciones en las que, por medio del agua o el viento, se movía una maquinaria que ayudaba a moler, entre otras cosas, el grano de cereal. Como se decía en el primer artículo de esta serie, ¿cuál ha sido el destino de los edificios de las tierras maragatas que los antepasados construyeron con tanto esfuerzo?
Algunos han sido víctimas del paso del tiempo y otros no se encuentran actualmente en su mejor momento, pero por fortuna también hay otros que se conservan en perfecto estado.
En la comarca maragata, al igual que en otros puntos de la geografía española, se pueden localizar múltiples molinos. Según explica Pablo Zapico en su tesis doctoral titulada Inventario de los molinos de la provincia de León en el Catastro de Ensenada y en los diccionarios de Miñado y Madoz, “había muchos [molinos] en Maragatería, tierra rica en agua y cereales, aunque no en desniveles”.
En este artículo, nos centraremos en dos de los más más transcendentales, sin olvidar otros ejemplos de la comarca. Y es que, según el Catastro de la Ensenada (realizado a mediados del siglo XVIII) en Maragatería había 370 molinos harineros, gran parte de los cuales habían desaparecido un siglo después, ya que en el Diccionario Geográfico de Pascual Madoz (realizado a mediados del siglo XIX) tan sólo se registran “unos 60 molinos harineros y uno de aceite de linaza”.
Los dos protagonistas escogidos para esta entrega pertenecen al Ayuntamiento de Val de San Lorenzo, donde según el Catastro del Marqués de la Ensenada, en 1752 había 27 molinos harineros -sumando las cuatro poblaciones que pertenecían al mismo: Val de San Román, Val de San Lorenzo, Valdespino de Somoza y Lagunas de Somoza-.
“El molino” de Lagunas de Somoza
Esta edificación, de propiedad privada, fue declarada Bien de Interés Cultural (BIC) por la Junta de Castilla y León en 1949 y es el único monumento con el máximo nivel de protección del término municipal de Val de San Lorenzo.
La torre que hoy podemos ver es una construcción que destaca en la comarca por su planta circular, fabricada con un grueso muro de cuarcitas y mortero de aproximadamente metro y medio. El edificio cuenta con una altura de más de seis metros con un rebaje vertical en dos partes del muro de metro y medio. En la actualidad se encuentra desprovisto de la techumbre que un día lo cubrió y ha perdido toda la maquinaria y aspas.
Durante los últimos tiempos, han sido muchas las divagaciones entre la posible función de este edificio. La presencia de los antiguos señores de la villa, la familia Yebra (posteriormente conocida como “señor de Las Regueras Osorio” y con jurisdicción señorial en Lagunas de Somoza, Regueras de Arriba y Regueras de Abajo, Huerga de Frailes y San Martín del Agostedo) ha hecho que para muchos sea conocido como “el torreón”. Las características del edificio y la poca altura de la colina en la que se encuentra situado hacen poco precisa la teoría de un torreón de vigilancia.
Pese a ello, fue precisamente esta creencia de tratarse de un edificio ligado a un castillo la que le concedió la protección que hoy presenta de Bien de Interés Cultural, según el Decreto de 22 de abril de 1949 sobre ‘protección de los castillos españoles’, donde se detalla que “están sujetos a un proceso de descomposición”.
Para otros, y más clara por las peculiaridades de la edificación, se trata de un molino de viento. Los más mayores del lugar -algunos ya fallecidos- afirmaban frases como: “a mí me contaron que el molino lo había construido un francés después de la Guerra de la Independencia” y “me acuerdo de ser una niña y ver en esa casa de ahí las telas que se le ponían a las aspas”.
![[Img #46264]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/09_2019/9992_img_5793.jpg)
Por otro lado, también recuerdan en las dos entradas que tiene el inmueble haber visto sendos arcos de medio punto, como es característico en la comarca maragata, y que fueron arrancados en el último siglo, después del abandono del molino.
Según consta en la publicación de Raúl Blanco que versa sobre la Villa de Lagunas de Somoza, el edificio aparece nombrado como “el molino” al menos desde el siglo XIX y la construcción del mismo, al parecer, fue posterior a la realización del Catastro del Marqués de la Ensenada (mediados del siglo XVIII) ya que esta indica que en Lagunas no existía ningún molino.
Uno de los aspectos que hace más valioso, si cabe, la importancia del molino de Lagunas de Somoza es que uno de los ejemplos más claros de antiguos molinos de viento de la provincia leonesa.
Pese a pertenecer a un particular, miembros de la Junta Vecinal de la localidad indican que les gustaría que perteneciese al pueblo para poder restaurarlo “como se merece”.
El molino del Junquillo, de Val de San Lorenzo
![[Img #46263]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/09_2019/6257_img_5887.jpg)
Val de San Lorenzo contaba en 1752 con 16 molinos harineros y un batán, según el Catastro de la Ensenada, que también especifica que “muelen con agua corriente seis meses de invierno”.
Además de por su elevado número, merece destacarse que varios de los molinos y el batán eran propiedad de diferentes mujeres, algunas de ellas naturales de los pueblos circundantes.
En la actualidad, todavía se pueden ver cuatro molinos y dos pisones o batanes en Val de San Lorenzo. En el caso de los molinos, con la excepción del “Molino del Tí Pedrín” que fue restaurado recientemente, los otros se encuentran en un lamentable estado de conservación, si bien aún se está a tiempo de intentar salvarlos, algo que no ocurrió con otros como el ya desaparecido “Molino Cagatrigo”, que estaba próximo a la también desaparecida “Fuente Ferruja”.
En el pasado, algún vecino de Val de San Lorenzo supo aprovechar la gran zaya que desvía el curso fluvial del río Turienzo a la salida de Val de San Román, para construir uno de los molinos más grandes de la comarca, el “Molino del Junquillo”, que toma su nombre del paraje en el que se encuentra.
Todo parece indicar que este sería el único molino de aceite de linaza que Madoz cita en la comarca de la Maragatería.
El molino, que destaca por su gran tamaño, consta aproximadamente de 120 m² y en su parte inferior aún se pueden ver los dos arcos de medio punto por los que pasaba el agua que hacía mover la maquinaria interna. Junto a la edificación, se puede observar los restos de la que fuera la vivienda, de 131 m². Se trata, por tanto, de uno de los molinos más colosal de la comarca.
![[Img #46262]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/09_2019/2395_img_5895.jpg)
El historiador del arte Abel Lobato Fernández opina que “este edificio merece ser restaurado por ser uno de los más grandes de la comarca, por su antigüedad e importancia histórica, por la presencia de algunos muros de tapial -material constructivo que no es muy habitual en el Val y sus alrededores- y por el enigmático dibujo de la mano que preside la entrada al mismo”.
Desde el Ayuntamiento de Val de San Lorenzo han evitado dar su opinión respecto al estado de los dos molinos citados con anterioridad y pertenecientes ambos a este municipio, pese a contar el primero con la calificación de Bien de Interés Cultural (BIC) y el segundo ser un ejemplo único. En cambio, tanto la propietaria del molino “del Junquillo” como la Junta Vecinal de Val de San Lorenzo se muestran favorables a buscar una solución para salvar esta edificación y sus particularidades.
Otros molinos de la comarca
Actualmente, son muchos más los molinos que, si no se hace nada por cambiar su futuro, caerán en el olvido irremediablemente. Ejemplos de ello son los citados en el Val de San Lorenzo, el molino de Rabanal Viejo o el de San Martín del Agostedo, que pese a contar con la protección ambiental-etnológica por parte de la normativa urbanística del Ayuntamiento de Santa Colomba (al igual que el arco situado en la misma localidad, de la que se habló en la primera edición de esta serie de artículos), están próximos a desaparecer.
![[Img #46265]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/09_2019/2299_whatsapp-image-2019-09-23-at-11.jpg)
Las Normas Urbanísticas Municipales (NUM) del Ayuntamiento de Santa Colomba otorgan a diferente tipología de edificaciones la protección que se merecen. Desde el consistorio, además, afirmaban que han emitido numerosos expedientes de ruinas para que los propietarios conserven adecuadamente dichos monumentos.
Por el contrario, son muchos los molinos que ya han sido restaurados, como el citado de Val de San Lorenzo; el “Molino de los Mozos” de Val de San Román; “La Molinica” en Boisán; los molinos “de la Canal” de Viforcos, -en funcionamiento y que ofrecen visitas con la puesta en marcha de su maquinaria-; el molino de Argañoso y los dos de Pobladura de la Sierra -donde existió un tercer, además del molino-bazao “del tío Ángel”, que produjo luz para el pueblo- por citar solo algunos ejemplos.
![[Img #46258]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/09_2019/6570_img_0592.jpg)
![[Img #46266]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/09_2019/2045_whatsapp-image-2019-09-22-at-11.jpg)
En el Ayuntamiento de Lucillo, a donde pertenecen algunos de los molinos restaurados citados en este artículo, se mostraban favorables a la restauración de este tipo de edificaciones “siempre que el propietario esté de acuerdo”.
![[Img #46259]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/09_2019/4476_img_0567.jpg)
Pese a ello, otros proyectos han quedado a medias, como la restauración del molino de Chana de Somoza, un gran edificio de aproximadamente 240 m² que, junto con otras edificaciones cercanas, no llegó a culminarse.
![[Img #46260]](http://astorgaredaccion.com/upload/images/09_2019/7633_img_0582.jpg)
Los molinos de la antigüedad eran aquellas edificaciones en las que, por medio del agua o el viento, se movía una maquinaria que ayudaba a moler, entre otras cosas, el grano de cereal. Como se decía en el primer artículo de esta serie, ¿cuál ha sido el destino de los edificios de las tierras maragatas que los antepasados construyeron con tanto esfuerzo?
Algunos han sido víctimas del paso del tiempo y otros no se encuentran actualmente en su mejor momento, pero por fortuna también hay otros que se conservan en perfecto estado.
En la comarca maragata, al igual que en otros puntos de la geografía española, se pueden localizar múltiples molinos. Según explica Pablo Zapico en su tesis doctoral titulada Inventario de los molinos de la provincia de León en el Catastro de Ensenada y en los diccionarios de Miñado y Madoz, “había muchos [molinos] en Maragatería, tierra rica en agua y cereales, aunque no en desniveles”.
En este artículo, nos centraremos en dos de los más más transcendentales, sin olvidar otros ejemplos de la comarca. Y es que, según el Catastro de la Ensenada (realizado a mediados del siglo XVIII) en Maragatería había 370 molinos harineros, gran parte de los cuales habían desaparecido un siglo después, ya que en el Diccionario Geográfico de Pascual Madoz (realizado a mediados del siglo XIX) tan sólo se registran “unos 60 molinos harineros y uno de aceite de linaza”.
Los dos protagonistas escogidos para esta entrega pertenecen al Ayuntamiento de Val de San Lorenzo, donde según el Catastro del Marqués de la Ensenada, en 1752 había 27 molinos harineros -sumando las cuatro poblaciones que pertenecían al mismo: Val de San Román, Val de San Lorenzo, Valdespino de Somoza y Lagunas de Somoza-.
“El molino” de Lagunas de Somoza
Esta edificación, de propiedad privada, fue declarada Bien de Interés Cultural (BIC) por la Junta de Castilla y León en 1949 y es el único monumento con el máximo nivel de protección del término municipal de Val de San Lorenzo.
La torre que hoy podemos ver es una construcción que destaca en la comarca por su planta circular, fabricada con un grueso muro de cuarcitas y mortero de aproximadamente metro y medio. El edificio cuenta con una altura de más de seis metros con un rebaje vertical en dos partes del muro de metro y medio. En la actualidad se encuentra desprovisto de la techumbre que un día lo cubrió y ha perdido toda la maquinaria y aspas.
Durante los últimos tiempos, han sido muchas las divagaciones entre la posible función de este edificio. La presencia de los antiguos señores de la villa, la familia Yebra (posteriormente conocida como “señor de Las Regueras Osorio” y con jurisdicción señorial en Lagunas de Somoza, Regueras de Arriba y Regueras de Abajo, Huerga de Frailes y San Martín del Agostedo) ha hecho que para muchos sea conocido como “el torreón”. Las características del edificio y la poca altura de la colina en la que se encuentra situado hacen poco precisa la teoría de un torreón de vigilancia.
Pese a ello, fue precisamente esta creencia de tratarse de un edificio ligado a un castillo la que le concedió la protección que hoy presenta de Bien de Interés Cultural, según el Decreto de 22 de abril de 1949 sobre ‘protección de los castillos españoles’, donde se detalla que “están sujetos a un proceso de descomposición”.
Para otros, y más clara por las peculiaridades de la edificación, se trata de un molino de viento. Los más mayores del lugar -algunos ya fallecidos- afirmaban frases como: “a mí me contaron que el molino lo había construido un francés después de la Guerra de la Independencia” y “me acuerdo de ser una niña y ver en esa casa de ahí las telas que se le ponían a las aspas”.
Por otro lado, también recuerdan en las dos entradas que tiene el inmueble haber visto sendos arcos de medio punto, como es característico en la comarca maragata, y que fueron arrancados en el último siglo, después del abandono del molino.
Según consta en la publicación de Raúl Blanco que versa sobre la Villa de Lagunas de Somoza, el edificio aparece nombrado como “el molino” al menos desde el siglo XIX y la construcción del mismo, al parecer, fue posterior a la realización del Catastro del Marqués de la Ensenada (mediados del siglo XVIII) ya que esta indica que en Lagunas no existía ningún molino.
Uno de los aspectos que hace más valioso, si cabe, la importancia del molino de Lagunas de Somoza es que uno de los ejemplos más claros de antiguos molinos de viento de la provincia leonesa.
Pese a pertenecer a un particular, miembros de la Junta Vecinal de la localidad indican que les gustaría que perteneciese al pueblo para poder restaurarlo “como se merece”.
El molino del Junquillo, de Val de San Lorenzo
Val de San Lorenzo contaba en 1752 con 16 molinos harineros y un batán, según el Catastro de la Ensenada, que también especifica que “muelen con agua corriente seis meses de invierno”.
Además de por su elevado número, merece destacarse que varios de los molinos y el batán eran propiedad de diferentes mujeres, algunas de ellas naturales de los pueblos circundantes.
En la actualidad, todavía se pueden ver cuatro molinos y dos pisones o batanes en Val de San Lorenzo. En el caso de los molinos, con la excepción del “Molino del Tí Pedrín” que fue restaurado recientemente, los otros se encuentran en un lamentable estado de conservación, si bien aún se está a tiempo de intentar salvarlos, algo que no ocurrió con otros como el ya desaparecido “Molino Cagatrigo”, que estaba próximo a la también desaparecida “Fuente Ferruja”.
En el pasado, algún vecino de Val de San Lorenzo supo aprovechar la gran zaya que desvía el curso fluvial del río Turienzo a la salida de Val de San Román, para construir uno de los molinos más grandes de la comarca, el “Molino del Junquillo”, que toma su nombre del paraje en el que se encuentra.
Todo parece indicar que este sería el único molino de aceite de linaza que Madoz cita en la comarca de la Maragatería.
El molino, que destaca por su gran tamaño, consta aproximadamente de 120 m² y en su parte inferior aún se pueden ver los dos arcos de medio punto por los que pasaba el agua que hacía mover la maquinaria interna. Junto a la edificación, se puede observar los restos de la que fuera la vivienda, de 131 m². Se trata, por tanto, de uno de los molinos más colosal de la comarca.
El historiador del arte Abel Lobato Fernández opina que “este edificio merece ser restaurado por ser uno de los más grandes de la comarca, por su antigüedad e importancia histórica, por la presencia de algunos muros de tapial -material constructivo que no es muy habitual en el Val y sus alrededores- y por el enigmático dibujo de la mano que preside la entrada al mismo”.
Desde el Ayuntamiento de Val de San Lorenzo han evitado dar su opinión respecto al estado de los dos molinos citados con anterioridad y pertenecientes ambos a este municipio, pese a contar el primero con la calificación de Bien de Interés Cultural (BIC) y el segundo ser un ejemplo único. En cambio, tanto la propietaria del molino “del Junquillo” como la Junta Vecinal de Val de San Lorenzo se muestran favorables a buscar una solución para salvar esta edificación y sus particularidades.
Otros molinos de la comarca
Actualmente, son muchos más los molinos que, si no se hace nada por cambiar su futuro, caerán en el olvido irremediablemente. Ejemplos de ello son los citados en el Val de San Lorenzo, el molino de Rabanal Viejo o el de San Martín del Agostedo, que pese a contar con la protección ambiental-etnológica por parte de la normativa urbanística del Ayuntamiento de Santa Colomba (al igual que el arco situado en la misma localidad, de la que se habló en la primera edición de esta serie de artículos), están próximos a desaparecer.
Las Normas Urbanísticas Municipales (NUM) del Ayuntamiento de Santa Colomba otorgan a diferente tipología de edificaciones la protección que se merecen. Desde el consistorio, además, afirmaban que han emitido numerosos expedientes de ruinas para que los propietarios conserven adecuadamente dichos monumentos.
Por el contrario, son muchos los molinos que ya han sido restaurados, como el citado de Val de San Lorenzo; el “Molino de los Mozos” de Val de San Román; “La Molinica” en Boisán; los molinos “de la Canal” de Viforcos, -en funcionamiento y que ofrecen visitas con la puesta en marcha de su maquinaria-; el molino de Argañoso y los dos de Pobladura de la Sierra -donde existió un tercer, además del molino-bazao “del tío Ángel”, que produjo luz para el pueblo- por citar solo algunos ejemplos.
En el Ayuntamiento de Lucillo, a donde pertenecen algunos de los molinos restaurados citados en este artículo, se mostraban favorables a la restauración de este tipo de edificaciones “siempre que el propietario esté de acuerdo”.
Pese a ello, otros proyectos han quedado a medias, como la restauración del molino de Chana de Somoza, un gran edificio de aproximadamente 240 m² que, junto con otras edificaciones cercanas, no llegó a culminarse.